Nos reencontramos con Guille, el protagonista de Un hijo, ese niño dulce e ingenuo, tan frágil y a la vez tan fuerte que se encuentra feliz porque ya está con su padre. El destino ha hecho que la familia aumente ya que, desde Navidad Nazia, la compañera de clase de origen pakistaní, vive con ellos. La niña se ha quedado sin familia después que intentaran casarla con un pariente mayor, no olvidemos que tiene solo nueve años, y se ha convertido en la hermana de acogida de Guille.
Con enorme dulzura y con una innegable maestría, el autor nos da una bofetada de realidad cuando vamos descubriendo que las cosas no son lo que parecen: que la fragilidad esconde temor, que una sonrisa oculta un gran dolor y que los niños se dan cuenta de todo aunque no lo sepan expresar.
Alejandro Palomas nos demuestra, una vez más, lo difícil que es escribir sencillo.